Las ejecuciones de todos los días en mi tierra...


[David Espino]

Se pueden llenar dos hojas tamaño cartas con fuente Times New Roman a 12 puntos en forma de lista, de encabezados de asesinatos, ejecuciones y hallazgos de muertos en sólo una semana en Guerrero. Encabezados como estos: Dos ejecutados en una comunidad de Atenango del Río. Una osamenta y tres cuerpos en cuatro fosas clandestinas en El Veladero, Acapulco. Asesinan a dos mujeres y dos hombres en Acapulco. Matan a machetazos a dos hermanos en Coyuca de Benítez. Tres asesinados en Acapulco; una mujer una de las víctimas. Un decapitado con narcomensaje en Ajuchitlán de Progreso. Siete asesinados más en Acapulco; tres eran mujeres...
Del viernes 5 de abril al viernes 12 fueron asesinados 51 personas, la mayoría en Acapulco. En Atenango del Río, región Norte del estado, en un poblado llamado Apanguito, fueron hallados dos hombres asesinados a balazos. Los reportes policiales indicaron que los cuerpos sin identificar estaban atados de pies y manos con cinta industrial y tenían huellas de tortura. Con ellos estaba un narcomensaje. Ese mismo día en Acapulco, en la zona forestal protegida de El Veladero fueron halladas cuatro fosas clandestinas donde había una osamenta y tres cadáveres. Los cuatro eran hombres cuya identidad es desconocida.
El día siguiente, también en Acapulco, dos mujeres y dos hombres fueron asesinados. Josefina Piza Ramírez y María del Rosario Román Jiménez fueron ejecutadas en un restaurante de la colonia El Porvenir. En este ataque una mujer más resultó herida. Más tarde, en la avenida Vicente Guerrero esquina con la calle 14, entrada principal de la colonia Zapata, a un lado de un restaurante de comida rápida fue asesinado un vendedor de discos. El chico de 20 años quedó boca abajo sobre la banqueta. Por una diferencia de media hora, otro hombre de unos 25 años fue asesinado a balazos en la calle Tlaxcala de la colonia José López Portillo.
La jornada violenta del domingo 7, donde hubo cinco asesinatos, inició en un pueblo de Coyuca de Benítez, Costa Grande de Guerrero, donde los hermanos Armando y Genaro Barragán Mercenario fueron asesinados a machetazos cuando bebían unas cervezas en una tienda a la orilla de un camino que va a dar al poblado de Cahuatitlán. Los otros tres crímenes ocurrieron en Acapulco: Gregoria Guzmán Ramírez fue asesinada de varios disparos, algunos en la cabeza, en una tortillería en la colonia Cumbres de Figueroa; más tarde fue asesinado Antonio Aburto Everardo en un paredón de colonia Ampliación Lázaro Cárdenas, donde fue hallado muerto con disparos en la cara.
El último asesinato del día ocurrió a las 9:00 de la noche en los límites de la colonia Renacimiento con la colonia Frontera. Allí, Eliseo Diego Mojica fue ejecutado a balazos en la terminal de camiones urbanos que él se encargaba de lavar, una vez que terminaban el servicio, más o menos a esa hora. Al día siguiente mataron al taxista Juan Guzmán. A Juan lo hallaron con balazos en la cara y en la espalda, adentro de su taxi colectivo en la vía que comunica a Llano Largo con la colonia Colosio, en Acapulco.
El 9 de abril, en la región Tierra Caliente, un hombre decapitado fue abandonado en la comunidad Villa Nicolás, de Ajuchitlán del Progreso, adentro de una camioneta con placas de Texas, Estados Unidos. Junto con los restos dejados en bolsas negras adentro del vehículo, una Ranger, había un narcomensaje: “Para Reynaldo... bienvenido Reynaldo o El Blanco, aquí te dejo tu primer regalo. Esto le va a pasar a todos los que apoyen a Reynaldo alias El Blanco. La plaza sólo tiene un dueño. Atte. FM”.
Ese mismo día, pero en Acapulco, hubo siete asesinatos. Todo empezó muy temprano, como a las 6:00 de la mañana cuando los pescadores le andan peleando los peces a los pelicanos en la bahía de Santa Lucía. A esa hora fue asesinada una chica de unos 20 años, cuya identidad no se conoció, en el clasemediero fraccionamiento Costa Azul, a unos metros del Ministerio Público, donde por lo general rondan agentes de la Policía Ministerial, y a unos pasos de la franja turística. Luego, hasta la colonia Vacacional, en los suburbios del puerto, fueron asesinadas Brigette Pachuca Suárez, una chica de 19 años, y su madre Minerva Suárez Gómez, de 43. Ambas iban a vender café y pan a un mercado que está cerca del lugar. Los testigos indican que Brigette se dio cuenta que las seguían y trató de huir, pero las balas la alcanzaron por la espalda. Su madre, ya yacía tirada en el suelo con su mercancía esparcida en el asfalto.
Más tarde, a las 4:30, ocurrió el cuarto crimen por la colonia El Pedregoso. La víctima fue Fabián Pantaleón Venancio, un vendedor de pescados que fue alcanzado por dos hombres en una motocicleta cuando manejaba una camioneta repartidora. Los hombres le dispararon desde el vehículo con pistolas calibre .38 súper. Herido, Fabián perdió el control y cayó a una barranca donde luego murió.
Luego, dos muchachos, uno de 15 y otro de 17 años fueron ejecutados en la colonia Las Palmas, del poblado acapulqueño de Tunzingo. Los chicos, de identidad desconocida, fueron asesinados con balazos en la cabeza en un paredón cercano a una cancha de futbol. Los dos estaban descalzos. El séptimo crimen del día ocurrió en la colonia Nueva Revolución, a un costado del río La Sabana. Allí murió a balazos Santiago Escudero Arredondo, cuya familia llegó antes que la policía y los forenses y se lo llevaron para rezarle.
El 10 de abril hubo 11 asesinatos en total. Cinco fueron ejecuciones sumarias, y ocurrieron en Chilpancingo a una hora en que todavía la ciudad está dormida. A las 5:00 de la mañana, luego de sacarlos de sus casas, Julio César Godínez Álvarez, Roberto Padilla Pioquinto, Antonio Rodríguez Bustamante, el primero de 21 años y los dos últimos de 19, fueron ejecutados bajo un puente vial en la calle Ayutla, cercana al centro de la capital. Los otros dos no fueron identificados.
De los cinco, dos tenían el tiro de gracia; el resto disparos en el pecho y en las rodillas. Los cinco fueron hincados antes de matarlos y, con ellos, sus ejecutores dejaron dos narcomensajes: “Ya comenzó la limpia, cuídense ratas, secuestradores y extorsionadores”, y “Contrarios y traidores, dedos y madrinas, ya comenzó la limpia. Atte. La Verga”. En el lugar también quedaron 20 cascajos 9 milímetros y 45, así como perforaciones en el muro que sostiene la vía federal México-Acapulco.
Ese mismo día en Acapulco ocurrieron otros seis homicidios. El primero fue Melquiades Reyes Nepomuceno, un policía municipal que fue asesinado a las 6:00 de la mañana en la avenida Ejido, una transitada vía que conduce a la Costa Grande, cuando se dirigía a la comandancia policiaca para iniciar sus labores. Melquiades quedó tirado en la calle herido de bala, y minutos más tarde fue auxiliado por familiares que lo llevaron a su casa. Dos horas después murió. Más tarde, a las 7:00 de la mañana, fue asesinado un padre de familia luego de dejar a sus hijas en un colegio privado, en la avenida Flamingos, ante docenas de padres de familia que encaminaban a sus hijos.
Carlos Antonio Carceda González, un ex agente ministerial, fue seguido hasta el lugar por dos chicos montados en una motocicleta. Cuando dejó a las niñas en la entrada de la escuela y regresó a su camioneta, los sicarios dejaron que avanzara un poco, lo alcanzaron y le dispararon; luego se echaron a andar. Carlos intentó reaccionar e incluso frenó y bajó del automóvil, pero las balas dieron en el blanco y cayó muerto en la puerta del vehículo, sobre el asfalto. Entre los disparos, los demás padres cubrieron a sus hijos entre los carros estacionados, porque el colegio cerró sus puertas hasta que todo volvió a la calma. Las clases no fueron suspendidas.
En la noche, a las 9:00, Carlos Hernández, de 25 años, fue asesinado muy cerca del mercado del crucero que va a la colonia Vacacional, cuando todavía hay mucho tránsito y transeúntes. Carlos fue hallado con tres balazos en la espalda tirado entre unas piedras de una banqueta en construcción. Horas más tarde, el taxista Eduardo Hernández Ríos fue asesinado a balazos en Los Órganos, un poblado de los suburbios de Acapulco. Eduardo, de 18 años, vivía en otro poblado, El Quemado; pero a las 4:00 de la tarde fue levantado por hombres armados afuera de su casa mientras lavaba su taxi. Los forenses lo hallaron con las manos atadas por la espalda y con disparos en la cabeza.
Este mismo día fue asesinado el chofer Luis Ángel Alonso Martínez mientras conducía su camión urbano de la ruta Aeropuerto-Vacacional-Casas San Luis, sobre el bulevar Vicente Guerrero, en la entrada de Acapulco. Luis quedó tirado boca abajo adentro del vehículo cerca de su asiento y las escaleras con disparos en la cabeza y la espalda; y el camión quedó varado a unos metros de un retén de la policía federal y donde convoyes militares hacen recorridos rutinarios.
También, este día, el 10 de abril, cuando hubo 11 crímenes en Guerrero, fue hallado muerto un hombre en los márgenes del río de la Sabana. Según información policial tenía una semana de que había sido asesinado de un disparo en la cabeza y de no haber sido por unos campesinos que buscaban unas vacas extraviadas nunca hubiera sido localizado. Aunque no fue identificado.
Al día siguiente hubo seis asesinatos más. El primero ocurrió en un poblado de Chilpancingo, Omiltemi, donde fue asesinado Margarito Millán García, señalado a su vez de haber atacado a balazos, junto con su hermano Samuel, a los hermanos Juan Carlos, Alejandro y Jesús Millán Mónico, que quedaron heridos. Los padres de ambas familias se acusaron mutuamente. Primero, el padre de los tres heridos dijo que Margarito y Samuel atacaron a sus hijos, pero luego el padre de éstos aseguró que Juan Carlos, Alejandro y Jesús fueron a matar a Margarito al lugar donde trabajaba, y quien los hirió fue su hijo menor, Ocen.
El segundo crimen fue en El Ocotito, un poblado de Chilpancingo que está sobre la carretera federal que conduce a Acapulco. Allí mataron a José Octavio Margarito de disparos en la cabeza y luego sus agresores tiraron su cuerpo en una barranca, cerca de donde vivía, en la colonia Torres Dos. José iba en su camioneta cuando fue atacado a balazos, no estaba muy lejos de su casa. Incluso su mujer oyó los disparos, salió a ver qué pasaba, cuando se acercó vio el vehículo atravesado y a su esposo en el fondo del barranco, muerto.
El tercer asesinato de la jornada del 11 de abril ocurrió en Coyuca de Catalán, en la Tierra Caliente. En la glorieta del crucero Las Torres dejaron un hombre con un balazo en la cabeza aún vivo, que murió cinco horas después en un hospital. Con el hombre cuya identidad no se pudo conocer también había un narcomensaje que decía: “Aquí está tu basura Sóstenes Toribio, deja de matar inocentes y tirar balazos a los pendejo, sal a topar ya sabes dónde estamos”. El cuarto crimen ocurrió en Telolopan, donde Paula Hernández Marchán fue asesinada a puñaladas en el poblado de Chapa y su esposo Eleuterio Ibarra resultó herido. Ella tenía 64 y él 70 años de edad.
Las otras dos ejecuciones del día ocurrieron en Acapulco. La primera fue en Ciudad Renacimiento. A la 1:00 de la mañana, Daniel Salazar Santiago fue asesinado a balazos de pistola .45 atrás de la iglesia de San Francisco de Asís. Su cuerpo fue hallado por policías que acudieron al lugar tras el aviso de disparos en la zona y sus hermanas lo identificaron en la morgue de la ciudad. Y las 9:00 de la noche, un hombre muerto fue encontrado en la cajuela de un taxi colectivo de la ruta Renacimiento-Centro. El vehículo estaba abandonado en la colonia Plácido Domingo; la víctima no fue identificada, pero los forenses calcularon que tendría entre 30 y 40 años de edad.
El viernes 12 fue el segundo día de la semana con el mayor número de asesinatos. 11 en total. Un día después de la ejecución sumaria en Chilpancingo cinco hombres fueron ejecutados en Acapulco. El primero fue, pasada la medianoche, contra El Gordo, un chico de unos 20 años que fue asesinado a balazos adentro del bar Chidas, que está sobre el bulevar Lázaro Cárdenas, en la colonia Las Cruces. El Gordo intentó esconderse de unos hombres que lo andaban buscando y corrió hacia el baño, pero apenas consiguió entrar cuando las balas le dieron en la espalda. Quedó tirado en el quicio de la puerta.
A Antonio Jiménez Romero, el segundo ejecutado del día, lo mataron en su casa en la calle 6 de la colonia Zapata. Antonio era bolillero y su asesino lo buscó hasta por debajo de la cama, donde lo halló, para acribillarlo. Según la policía, el hombre que lo mató lo perseguía desde la calle. Antonio, de 22 años, corrió a su casa, se refugió debajo de una cama de base de metal. Su padre estaba en el lugar y vio cuando el asesino entró hasta allá y disparó ocho veces contra el cuerpo de su hijo, que al final quedó atrapado y ya no alcanzó a moverse.
Luego, en la calle 14 de la misma colonia, fue ejecutado de varios disparos en la cabeza Marco Antonio Morales. El asesinato contra el chico de apenas 18 años ocurrió a las 9:00 de la noche, frente a una talachería de una de las avenidas más concurridas de la Zapata. Horas antes, a las 8:00 de la mañana, otro chico de la misma edad, Carlos Román, fue asesinado en un lavado de autos en la carrera federal México-Acapulco, en el poblado Kilómetro 22. Era el segundo día de trabajo de Carlos en ese establecimiento y cuando lo mataron todavía no lo abrían. Fue el dueño quien lo encontró tirado boca abajo con balazos en la cabeza, avisó a su familia y se lo llevaron para velarlo.
Sergio Bernal Pérez venía saliendo de la cárcel de Las Cruces cuando ya lo estaban esperando para matarlo. De algún modo sus asesinos supieron que ese día saldría libre, así que vieron cuando Sergio, de 24 años, salió del penal, subió a un automóvil donde lo esperaba otro hombre joven, e incluso les dieron tiempo de arrancar para luego alcanzarlos, bajar a Sergio del vehículo y acribillarlo con tiros de .38 en la cabeza. Al conductor del carro se lo llevaron mientras que el cuerpo de Sergio quedó tirado en una de las calles de la colonia Libertadores.
Y a las 6:30 de la tarde, en la colonia La Frontera, colindante a Ciudad Renacimiento, fue encontrado el cuerpo de una mujer en estado de descomposición. El hallazgo ocurrió en un camino de terracería que lleva a otra colonia, La Testaruda, en el mismo polígono urbano. Aunque no fue identificada, los forenses calcularon que tendría una semana de haber sido asesinada de un disparo en alguna parte de cuerpo, porque en el área hallaron un casquillo de pistola calibre .9 milímetros.
Ese mismo día 12 de abril, en Iguala, un estudiante de secundaria fue asesinado a balazos en la cabeza. No se conoció su identidad, aunque según la policía el chico de entre 12 y 14 años fue encontrado en la calle Silvia Núñez de la colonia Las Brisas y que estudiaba en una escuela de la colonia CNOP. En la región de la Costa Grande, el mismo día, fueron asesinados otros cuatro hombres. Primero Hilario Vázquez González y su hijo Alejandro Vázquez Medina fueron acribillados a balazos en un camino del municipio de Coyuca de Benítez. Eran de Tepetixtla, lugar al que fueron llevados por sus familiares una vez que se enteraron; Hilario con disparos en la espalda y Alejandro en la cara.
Otros dos hombres, también padre e hijo, también de Tepetixtla, fueron asesinados el mismo día. Fernando Hernández Gómez y Carlos Hernández Margarito viajaban en una camioneta Nissan hacia su comunidad cuando por el pueblo Las Pulgas fueron detenidos por hombres armados con rifles de asalto AK-47. Fernando y Carlos fueron sometidos, llevados a la orilla del camino y allí fueron ejecutados. El vehículo en el que viajaban fue incinerado.
Y el viernes 13 de abril, el policía auxiliar Mariano Lorenzo Luna fue asesinado en Cajeles, un poblado de Chilpancingo, cuando resguardaba un camión repartidor de refrescos. Sus asesinos usaron AR-15 y nueve milímetros en el ataque, y Mariano, la escopeta que cargaba cuando intentó defenderse, aunque ya no le dio tiempo. No se trató de un asalto, porque el vehículo de la empresa refresquera ni sus tripulantes fueron atacados. Todo ocurrió con el sol aún muy alto, a las 4:00 de la tarde.
Ese mismo día, en Acapulco, ocurrió otro asesinato, el de Christian Martínez Rodríguez, acribillado dentro de su casa por hombres armados que llegaron a la calle Arroyo Seco y Circuito Interior de la colonia Renacimiento para ejecutarlo. Según los informes policiales, el chico de 21 años estaba en su casa con su familia, sentado en un sillón de la sala de estar, cuando los pistoleros llegaron y le dispararon en 15 ocasiones en la cara y en el cuerpo. Christian quedó ladeado en el sillón y en el piso los 15 cascajos calibre .38 súper que usaron para matarlo.

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