Una ocurrencia de 90 mil vidas

David Espino

Sacar al Ejército a las calles para una absurda lucha contra los cárteles de la droga en México, representa la peor decisión política del presidente Felipe Calderón –¿cuál ha sido atinada?– porque nos ha costado más de 90 mil vidas a los mexicanos y, como si no fuera suficiente, quedaremos marcados para siempre por escenarios dantescos del que sólo el cine gore nos daba cuenta.

Calderón y su déficit de legitimidad al llegar a la presidencia de la República en 2006 por el impugnado y dudoso triunfo en aquellas elecciones sobre Andrés Manuel López Obrador, un peligro para México fue el lema del terror que usó el panista en su contra, pretendió con una patada al panal que alborotó a narcos y a sus sanguidarios pistoleros, lograr la simpatía de los millones de mexicanos que siempre vieron en él la improvisación y la ocurrencia.

Por su falta de experiencia y sobrada arrogancia, Calderón no ha sabido entender la labor de un hombre de Estado y ha traicionado ese pacto social en el que las democracias del mundo se sustentan para que los gobernantes garanticen a sus ciudadanos, entre otros bienes, seguridad y paz. El presidente fue insensato al pensar que el fuego se apaga con más fuego. Por el contrario, su acción sólo abonó al odio y al encono no sólo entre grupos del narcotráfico sino de éstos contra la sociedad y los periodistas que se han atrevido a censurar sus atroces acciones.

En todo el mundo se conocen ahora las matanzas efectuadas por los narcos contra mujeres, niños, ancianos, jóvenes o migrantes en el México de Calderón. Debería disculparse con sus conciudadanos por esta desatinada acción, corregir el rumbo y explorar nuevas maneras no sólo de disminuir el trasiego de droga por entidades como Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua y Nuevo León, sino también el consumo entre la población vulnerable.

Abrir el debate a una posible legalización de las drogas blandas, la mariguana entre ellas o bien combatiendo de manera frontal y sin simulaciones la corrupción entre los policías pagados con nuestros impuestos, pudieran ser tan sólo dos opciones para hacer a un lado la vía de la sangre cuya herida abrió el Presidente, acaso sin tener en mente las consecuencias que vendrían no a él, porque anda en blindado, sino a los miles de mexicanos de a pie que han muerto en los cruces de las balas entre los narcos o de éstos contra los soldados.

Calderón ahora pasará a la historia como el presidente que bañó de sangre al país por una acción que nunca planeó. Pasará a la historia como el mandatario que uso el discurso de la violencia para desacreditar a su contendiente político y fue él quien se irá necesariamente por la puerta de atrás de Los Pinos y con las manos manchadas de sangre de aquellos que –más allá de la visión maniquea– han dejado miles hogares en luto y cientos de niños huérfanos.

Estos niños vivirán con el trauma. No importa el bando al que hayan pertenecido sus padres porque al fin y al cabo se los han matado. Importa sí, que murieron por la obnubilación y mal entendido uso del poder de Felipe Calderón cuyos manotazos al narco sólo le valieron para ser más repudiado por una sociedad que nunca lo quiso en Palacio Nacional.

1 comentario:

Andrés Felipe dijo...

Hey Compadre David, me alcanza a cobijar la 33 si leo este tipo de artículos?? Solo una broma parcero, me alegra que siga dándole a la pluma, que no se quede callado. Este tipo de artículos, que espero ademas esté publicado en algún buen periódico, son necesarios para nuestros pobres países. Algunos dicen que un artículo no cambia en nada la realidad. Yo quiero creer que no es así. Un saludo desde Colombia mi cuate.