46: la muerte tiene vagina

Los intrincados caminos de las cifras de feminicidios en Guerrero

|David Espino|

Nada.
46 es una cifra que no pudiera decir nada.
Nada para la Secretaría de la Mujer cuya secretaria Rosario Herrera Ascencio luce nuevo escritorio en el palacio de gobierno y sobre su pecho moreno una cadena Dior. Sí. Christian Dior. Nada para la Procuraduría General de Justicia que esconde –“por procedimiento”– cifras y no proporciona nada. Nada para la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos que ni siquiera tiene registro de nada. Nada para la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil que –exceptuando filtraciones– está sumergida en la opacidad.
En efecto. Nada. Salvo para el organismo no gubernamental, Observatorio de Violencia Contra las Mujeres, Hanna Arendt, que preside Rosa Icela Ojeda Rivera.
Pero 46 es una cifra que encierra 46 nombres. 46 historias. 46, el doble o el triple de deudos y huérfanos. 46 es la cifra de mujeres asesinadas con características que pudieran tipificarse como crímenes de odio, o feminicidios, en cinco meses en Guerrero. De enero a mayo de 2011.
46, también, es la cifra total de feminicidios que ocurrió en los 12 meses de 2003.

Ahogados en su burocracia que se avejenta, los funcionarios de la oficial Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (Coddehum) esconden la cabeza en sus oficinas. En la búsqueda para conocer su punto de vista respecto al tema, si acaso están enterados del fenómeno, el visitador Hipólito Lugo Cortés no se muestra. Su secretario le marca desde una extensión y aquel le ordena enviar al reportero con “la licenciada María Teresa Gutiérrez Jiménez, responsable del Programa de Atención a la Mujer, Niñez y Adolescencia”.
–Bien. Con permiso –se le indica al asistente de Lugo.
–Si... pero la licenciada ahora no está...
–En efecto. La licenciada no está, anda de comisión y no se sabe cuándo regresa –dice la secretaria de la licenciada–; pero vaya a ver al secretario técnico Ángel Miguel Sebastián Ríos –sugiere.
Sebastián Ríos acaba de bajar –dicen en su despacho–. Luego sube. Luego baja. Y contrario a él, el reportero. Nunca se coincide.
Llega el ombudsman Juan Alarcón Hernández. Se le espera a la salida de elevador contiguo a su oficina. Atento como es, y sincero, dice que la Coddehum no maneja ningún dato de esos. “No tenemos registro. Porque no hay quejas sobre eso”.
–¿Ni de dilación en la aplicación de la justicia o en la investigación de crímenes de odio?
–Tampoco –dice con su sombrero en la mano. Antes de subir, Alarcón pasó a saludar a las secretarias adormiladas en la planta baja. Eran las 12 del día.
“Apenas estamos conformando un Consejo de Prevención y Erradicación de la Discriminación. Cualquiera que ésta sea. Contra mujeres o contra los integrantes de la comunidad lésbico gay”.
–¿Y para cuándo empezará a funcionar?
–Ya, en junio. Voy a consultar con los integrantes del consejo. Nomás que me aprueben el presupuesto.

–Son como 14 las asesinadas, –dice Roberto Camps Cortés, jefe del prensa de la Procuraduría de Justicia, como si fuera una filtración tipo WikiLeaks.
Es decir 32 menos de la cifra que se conoce.
“Tengo que consultar si puedo dar a conocer la cifra oficial”, deslizó antes. ¿Oficial? Luego aclara: “no es por opacidad, es por procedimiento que no te podría soltar datos ahora. O bien lo puedes solicitar mediante Transparencia. Pero ya sabes, mejor por acá”. Solicitar información a una dependencia mediante el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública es un trámite que dura no menos de 15 días. Significa que dentro de 15 días las cifras proporcionadas pudieran estar hasta desfasadas.

“Son 46”, dice una fuente de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil. 46 las mujeres asesinadas en el estado con características de feminicidio. Dice, este sí como si fuera una revelación de WikiLeaks, porque –guardando las proporciones–, tal vez lo sea. “Hoy en la mañana (miércoles 25) gente de Seguridad Pública, tuvieron una reunión con la secretaria de la Mujer y su gente en el palacio de gobierno. Ahí les dieron a conocer el dato”.
La fuente de la SSPPC no está equivocada. Se le contacta luego de buscar al secretario Ramón Almonte Borja para hablar sobre feminicidios. Pero no se encuentra, o no quiere estar. Sus subordinados no mueven una hoja, no dan un teclazo, si el jefe no lo autoriza. Y no está equivocada porque en la Semujer luego confirman el dato.
–Sí. En la mañana estuvieron aquí en reunión gente de la Secretaría de Seguridad Pública con mi secretaria –dice cándida la jefa de prensa de la Secretaría de la Mujer, Alicia Flores.
–¿De qué hablaron? –se le interroga.
–No sé, no estuve. –Pero si, sí estuvo.

Rosario Herrera Ascencio. Perredista, ex secretaria de prensa en el Comité Ejecutivo Estatal del PRD de donde salió para ocupar el escritorio que ahora usa en el palacio de gobierno, esboza una sonrisa grande, aunque luego parece más bien un gesto. Pulcra, impoluta pareciera a veces, acaricia más de una vez el dije color perla, el Dior, que le cuelga en el pecho y que contrasta con su color de piel. Los aretes parecen de la misma firma. Se trata, dicen los conocedores, de colecciones exclusivas. Por supuesto, si es que fueran genuinos.
–¿Cuáles son las cifras que tienen ahora respecto a feminicidios?
–No lo quisiera difundir porque estamos creando apenas la comisión de seguimiento y tengo que ser respetuosa. Les estoy pidiendo que nos pongamos de acuerdo respecto a cómo estamos concibiendo el problema y que yo salga a decir la cifra, van a decir que no estoy cumpliendo mi parte.
Con “concibiendo el problema”, la secretaria se refiere a lo que dice la ley. En unos de los 26 minutos con seis segundos que tardó hablando definió –con texto en mano que le fue traído por una asistente minutos previos a la entrevista– el fenómeno de la siguiente manera:
“Se puede decir que hay feminicidios cuando se cometen mediante actos de odio o de misoginia; haya un contexto de violencia intrafamiliar; se haya construido una escena del crimen denigrante y humillante contra el pasivo (víctima), es decir, la violó, la amarró, la arrastró y todas esas situaciones terribles que luego suceden. Se haya cometido mediante lesiones inflamantes o en zonas genitales y que se aprecie un trato denigrante al cuerpo de la víctima; haya habido la intención o selección previa de realizar un delito sexual. Cuando se realice por homofobia o cuando existan indicios de que la víctima se encontraba en un estado de indefensión”.
Antes concedió: “Ha ido en crecimiento la muerte de las mujeres, pero no todos son feminicidios. No es lo mismo encontrar el caso de una mujer violada y arrojada a un barranco como fue el caso reciente en Tixtla, a encontrar el asunto de una mujer que estuvo metida o relacionada o vinculada con un asunto de delitos federales. De delincuencia organizada, en concreto.
“Guerrero –acota– es de los pocos estado que tienen tipificado el delito de feminicidio. En el marco jurídico vamos a la vanguardia”. Y entonces reza el artículo 38.
–La pregunta de la cifra es porque a partir de un dato como ese se puede decir de qué dimensión es el problema –se le repone.
–Vamos a salir a decir la cifra de manera conjunta.
Muchos antes, Herrera aseguró que se está constituyendo una organismo interinstitucional donde está el Tribunal Superior de Justicia, la Procuraduría General de Justicia, el Congreso local, la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Civil, la Coddehum para homogeneizar el delito y no tipificar cualquier crimen o asesinato como feminicidio.
–Bien, digamos que no la revela, pero ¿qué le dice esa cifra?
–Sería un error decirte que todo está a todo dar. Claro que están ocurriendo feminicidios y por eso estamos en que la Secretaría de Seguridad Pública, en lo inmediato, se ponga a trabajar con sus especialistas y nos digan una serie de recomendaciones y qué políticas públicas se van a aplicar para la prevención.

40. En el mismo periodo de hace un año, es decir de enero a mayo, fueron sólo 40 los feminicidios, vuelve la fuente de la Secretaría de Seguridad Pública.
Unos 18 por ciento menos que 2011.

Los registros de la presidenta del Observatorio de Violencia Contra las Mujeres, Hanna Arendt, Rosa Icela Ojeda Rivera, son más crudos. Ojeda realiza un trabajo de investigación desde hace al menos 10 años y ahora prepara una publicación sobre el fenómeno desde 2003. Estas son sus cifras:
En 2003 esta ONG documentó 46 casos de feminicidios. Los mismos que van en 2011 sólo en cinco meses. En 2004, 55 crímenes; en 2005, 81 asesinadas; en 2006, 101 muertas; en 2007, 80 casos; en 2008, 91; y en 2009, 127 asesinatos de mujeres. En tanto que en 2010, según lo dio a conocer Herrera Ascencio en una conferencia de prensa a principios de mayo, fueron 128 casos.
Dice una parte del informe del Observatorio, proporcionado al reportero: “Cuando intentamos clasificar los asesinatos de las mujeres en tipologías nos dimos cuenta que hacerlo nos conducía a poner más énfasis en clasificar el fenómeno que en conocerlo o describirlo.
“Llegamos a la conclusión –acota– que era más importante saber quiénes fueron las mujeres asesinadas, qué edad tenían, cuáles fueron las circunstancias en que fueron asesinadas, su nivel de escolaridad, si tenían ingresos o no los tenían, en qué trabajaban, cuánto percibían, dónde y con quién vivían, cuántos hijos habían procreado, cuál era su estado civil y su relación con el agresor, los antecedentes de denuncias contra el agresor, si había sufrido violencia previa, el motivo aparente de la agresión; del agresor su nivel de escolaridad, edad, ocupación, ingresos, dónde vivían.
“Pronto nos dimos cuenta –reprocha– que una buena parte de la información, imprescindible para conocer, prevenir y erradicar el fenómeno, no estaba disponible. Carecíamos y carecemos de ella, por lo cual nos planteamos la necesidad de profundizar con estudios de otro tipo que nos permita una mayor sistematización y conocimiento.
Eso nos dio conciencia de nuestras limitaciones. Nos llevó a aceptar, con toda modestia, que nuestro conocimiento del tema de feminicidios es incipiente”. ®

1 comentario:

libana dijo...

Buen articulo, felicidades David, saludos desde Acapulco.